La norma, de autoría del Senador Rodrigo Borla, había sido ingresada para su tratamiento en las comisiones correspondientes el pasado mes de septiembre. Este miércoles 30 de noviembre obtuvo media sanción de la Cámara Alta y ahora pasó a diputados.

El proyecto, que contiene 10 artículos, se fundamente en que la enfermedad de Alzheimer es un desorden progresivo, degenerativo e irreversible del cerebro que causa la debilitación, la desorientación y una eventual muerte intelectual.

Su nombre proviene de Alois Alzheimer, un neurólogo alemán que en 1907 describió los síntomas que presentaba una mujer de 48 años como graves problemas de memoria así como las características neuropatológicas de la enfermedad de Alzheimer.

La enfermedad comienza insidiosa, con debilidad, dolores de cabeza, vértigos, e insomnio suave. Irritabilidad y pérdida severa de memoria. Los pacientes se quejan amargamente de sus síntomas. La enfermedad se asocia ocasionalmente a un ataque apopléjico repentino seguido por hemiplejia.

La pérdida progresiva de memoria y de la mente aparece más adelante, con los cambios repentinos del humor, fluctuando entre el euforia suave y el hypchondriasis exagerado; la enfermedad conduce al estupor y al comportamiento infantil.

Las características se diferencian de pacientes con parálisis general, por un patrón organizado del comportamiento y por la capacidad general del razonamiento. (Dr. Alois Alzheimer) Afecta a 1 de cada 10 personas de más de 65 años y a casi la mitad de las mayores de 85 años.

Este año habrá más de 35 millones de personas con demencia, según datos de la Alzheimer’s Disease International (ADI). Alrededor de 400.000 argentinos lo padecen. Pero sus efectos, como sucede dramáticamente con cada epidemia, se sentirán de manera más aguda en los países de bajos y medianos ingresos con respecto a los países desarrollados: mientras que en 2010, el 57,7% de todas las personas con demencia se corresponde a los países de bajos y medianos ingresos, en 2050 la proporción se extenderá a un 70,5%.

La diferencia entre unos y otros tiene que ver con la capacidad de previsión. La falta de planes nacionales contra la enfermedad en muchos de los países deviene de la consideración errónea de que perder las funciones cognitivas es sinónimo de envejecimiento. Nuestro país debe instaurar un Plan Nacional contra el Alzheimer que surja del trabajo conjunto de científicos, sanitaristas y gobernantes.

La información sobre la enfermedad, su evolución, y el proceso de cuidados que requiere el paciente es una parte fundamental del tratamiento que permitirá a los familiares conocer a qué se enfrentan y establecer acciones de adaptación para planificar el futuro del cuidado del afectado.

Se entiende que la estancia en el domicilio mejora la calidad de vida del sujeto demente respecto a la institucionalización. La familia debe aprender a conocer y prestar una atención integral, evitándole riesgos, atendiéndole en las actividades de la vida diaria, estimulándole, organizando y adaptando a cada momento y circunstancia la forma de llevar a cabo esta atención.

La demencia tiene un impacto físico, psicológico y económico, no sólo en la persona con la enfermedad, sino también sobre la familia de la persona afectada y los cuidadores no familiares, el sistema de salud y la sociedad en su conjunto. Se dice de esta enfermedad que tiene 2 víctimas.

Por un lado, el paciente que la padece, por el otro, la familia que debe cuidarlo, en virtud de que el costo emocional, económico y social de cuidar de una persona que padece el mal es muy alto.

En archivo adjunto proyecto de ley.

ley-salud

 
Prensa Borla.

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